CAMINA Y REVIENTA SIETE: JACA

28 de agosto, miércoles

El desayuno que tomamos en el albergue está a tono con el lugar, o sea magnífico, así que ya podemos echarnos a caminar con el depósito de combustible bien repostado, y lo hacemos por la N-240 en dirección a Pamplona pasando junto al cuartel militar, siguiendo luego por un polígono hasta las afueras de Jaca.

El eje de nuestra ruta es la carretera nacional que vamos cruzando de un lado a otro para transitar la mayor parte del tiempo por senderos y cañadas de ganado, aunque no podemos evitar del todo caminar largos trechos por sus arcenes. Pasamos cerca de un campo de tiro donde los militares se ejercitan y vemos el desvío hacia San Juan de la Peña, pero nuestro objetivo primero es Santa Cilia de Jaca donde nos espera Miguel para el almuerzo.

Atravesamos el barranco de Atarés por una pasarela de madera y un poco más adelante subimos por una calzada empedrada que se convierte en camino forestal, por el que alcanzamos la atalaya donde se encuentra el mirador de la Canal de Berdún, una depresión longitudinal en pleno Pirineo, que ha sido históricamente una importante vía de comunicación entre los valles, por donde se deslizan la N-240 y el río Aragón que riega una fértil ribera.

Seguimos nuestra ruta encontrándonos con dos muchachas italianas que están recogiendo endrinas al borde del camino y que amablemente nos las dan a probar, son Cristina y Beatrice con las que luego compartiremos algunos tramos del itinerario hasta Arrés.

Estamos en Santa Cilia, hemos recorrido más de 15 km. y procede un buen almuerzo-comida en el parque del pueblo con su correspondiente cafetín en el bar, lo que nos permite atacar con ganas los próximos 10 km. hasta el fin de etapa.

Tras caminar unos 5 km. por los arcenes de la carretera, la abandonamos por una senda que nos lleva hasta la margen del río, encontrándonos con cientos de unas curiosas estructuras verticales formadas por cantos rodados que los peregrinos han ido apilando a la vera del sendero y que dan un toque sorprendente al entorno.

Sin entrar en el pueblo dejamos a nuestra derecha Puente la Reina de Jaca, continuando por una carretera local hasta que un poste de madera nos dirige, a la izquierda, por un sendero en pronunciada subida durante un kilómetro, para luego llanear por la falda del monte Samitier hasta Arrés. Esta pequeña aldea, formada por unas pocas casas de piedra restauradas, tiene un enclave inmejorable en lo alto de una colina que le hace ser un fantástico observatorio de la Canal de Berdún.

El albergue es la antigua casa del maestro que ha sido restaurada por hospitaleros voluntarios como los que amablemente nos reciben a la llegada ofreciéndonos agua y limonada. Tanto Juan (abogado) como Manolo (militar profesional) utilizan sus vacaciones para venir unos días a atender a los peregrinos que aquí pernoctan, dándose la circunstancia que Manolo es hijo de uno de los hospitaleros que restauró el albergue y que está haciendo esta labor en memoria de su padre ya fallecido, cumpliendo un compromiso que él mismo se marcó y del que dejó constancia por escrito en el libro de notas del albergue en 2009.

Por la tarde, Juan nos enseña y explica la historia de la iglesia y luego nos tomamos unas cervezas en el bar del pueblo a la espera de la incomparable puesta de sol de la que disfrutamos largamente desde este mirador privilegiado. Seguidamente, Manolo nos homenajea con una estupenda cena que él mismo ha preparado: ensalada, patatas a la riojana y copa de yogur y helado con macedonia de frutas.

Además de Beatrice y Cristina, se han unido al grupo otros tres italianos: Alfonso, Andrea y su hijo Filippo. También dos hermanos de Barcelona: Marga y Santiago. Con todos ellos caminaremos los próximos días estableciéndose entre nosotros una excelente relación de amistad que empieza esta misma noche cuando, tras la cena y alrededor de una vela, vamos explicando cada uno ante los demás los motivos y circunstancias por las que estamos aquí, resultando una velada entrañable.